¿Cuántas veces habremos escuchado que en Euskal Herria hay matriarcado? ¿Qué quiere decir esto exactamente? ¿Acaso quiere decir que no ha habido patriarcado en tierras vascas?
No exactamente.
Euskadi ha tenido un sistema patriarcal como en el resto del mundo, algo que se reflejaba en el mayorazgo (la forma de traspasar la herencia, siempre de padres a hijos), la responsabilidad del cuidado de la familia, etc…Sin embargo, en la cultura y la economía vasca han existido siempre algunas particularidades.
En primer lugar, antiguamente, y hasta no hace mucho en muchos lugares de Euskal Herria, predominaba un sistema económico en el que todo giraba en torno al caserío, la casa rural típica vasca. Los vascos que habitaban fuera de las villas o zonas urbanas más habitadas vivían en estas casas de forma más aislada, teniendo en cuenta la orografía y el paisaje característico de nuestras tierras. En estas viviendas podíamos encontrar una economía completamente autosuficiente: con ganado, huertas, sembradíos, en ocasiones también con un telar propio para confeccionar las prendas de la época (de lino fundamentalmente) e incluso había caseríos en los que podíamos encontrar un lagar para elaborar sidra como parte de la estructura del edificio.
Lo interesante aquí es que, al margen de que de cara a las instituciones y las leyes el hombre fuese el cabeza de familia, la realidad es que en estas fincas la etxekoandres, es decir, las amas de casa vascas, administraban y gestionaban todo. Absolutamente todo. Cuidaban de la familia, administraban la economía de los terrenos del caserío, todo lo que tenía que ver con el ganado y la producción de las huertas, y por supuesto del comercio de estos productos; en muchos casos también eran manufactureras de herramientas o productos de necesidad, como la cestería, el tratamiento de las lanas, o en el caso de los caseríos de zonas arrantzales (pesqueras o pescadoras), también confeccionaban las propias redes de pesca. Y por supuesto, muchas de ellas eran poseedoras de valiosísimos conocimientos medicinales que se transmitían de madres a hijas, o de amamas (abuelas) a nietas.
Prueba de todo esto, de cómo las mujeres administraban realmente la economía del hogar, es lo que cuenta la escritora Toti Martínez de Lezea en una conferencia en 2019, en la que señaló que ya los romanos se sorprendían cuando llegaron a tierras vascas de que eran las mujeres en aquellos tiempos las que aportaban la dote a sus hermanos para poder casarse. Y por supuesto, cuando los maridos no estaban, eran ellas las que defendían sus hogares de cualquier invasor que se acerara.
Todo esto que relatamos aquí, unido a la importancia que tiene la mujer en la mitología vasca desde tiempos casi inmemoriales, en la que la diosa Madre Tierra, AMALUR reina sobre el panteón de deidades vascas, donde los personajes masculinos tienen siempre un papel secundario, nos permite comprender porque la cultura de estas tierras es como es, y porque se dice que LAS VASCAS mandamos más.