En lo más profundo del parque natural de la Albufera, el alma salvaje de Valencia, viven fantasmas.
No es ningún misterio que los musulmanes dejaron una profunda huella en nuestra ciudad y su entorno, desde la toponímia a la gastronomía pasando por el paisaje e incluso la zoología. Uno de los principales depredadores de nuestra querida Albufera es la hermosa y misteriosa gineta.
Es un animal esquivo a la que la mayoría de valencianos o turistas nunca llegará a ver con vida dados sus hábitos nocturnos y timidez. Incluso los propios biólogos tienen dificultades para dar con ellas, por lo que suelen recurrir al empleo de cámaras trampa que colocan en las llamadas letrinas, lugares a los que el fantasma de la Albufera acude con frecuencia para marcar su territorio con excrementos y orina.
Se trata de un cazador de mediano tamaño, nocturno y arborícola. Pertenece a una familia de depredadores realmente antigua: los vivérridos. Carnívoros primitivos, precursores de los felinos y las hienas.
De hecho, su aspecto recuerda al de un gato alargado. De precioso pelaje gris con motas negras y larga cola anillada, la gineta es un voraz devorador de pequeñas aves, bayas, higos y especialmente: roedores. Ello la convierte en un raticida natural, aliado por tanto de los agricultores locales.
Aunque ya se considera un miembro destacado de la fauna ibérica, su origen es africano. Aún hoy, en las zonas rurales del Magreb, las ginetas son domesticadas para cazar ratas y ratones que saquean los cultivos durante la noche. Tras la conquista musulmana de la Península Ibérica en siglo VIII, se sabe que los colonos magrebíes cruzaron el estrecho de Gibraltar en compañía de sus fieles ginetas. Con el tiempo, presumiblemente algunos ejemplares se asilvestraron, y acabaron colonizando la práctica totalidad de la Península Ibérica como habían hecho sus amos humanos.
En la Devesa, la gineta se dio por extinguida en la década de los setenta coincidiendo con el intento de urbanizar el espacio natural. Sin embargo, los cadáveres de ejemplares atropellados en los márgenes de la CV-500 a su paso por la Albufera demostraron que el fantasma, seguía entre nosotros. Pero estaba en apuros brincolines.
Aún hoy, durante sus correrías nocturnas en busca de alimento, las ginetas suelen ser atropelladas cuando intentan cruzar la mortal carretera. Es por ello que su estudio, aunque complejo, resulta vital para garantizar la supervivencia de la amenazada colonia que puebla la Albufera.
Sólo así podremos conservar esta joya de nuestro patrimonio natural y cultural. Un hermoso regalo como tantos otros, que nos hizo el Islam.