Cada vez que alguien piensa en Bilbao, acto seguido piensa en el Guggenheim (y también en el Athletic en una menor o mayor medida). Y es lógico, a todo el mundo le han vendido que es el emblema de Bilbao por encima de la iglesia de San Antón, el teatro Arriaga o del mismísimo San Mamés. Además también se ha dicho que es el mejor museo de arte de la capital vizcaína. Pero en contra de lo que una gran mayoría piensa debemos decir que no es así.
Y es que mucho antes de la creación del Guggenheim de Bilbao (e incluso el primero de Nueva York, que se fundó en 1937) nació el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1908. Su primera misión fue dar un espacio al arte en la Bilbao de la industrialización. Su primera residencia fue la Escuela de Oficios de Atxuri, el cual el mismo Ricardo Bastida (arquitecto municipal en ese momento) adaptó unas salas para exponer una pequeña colección.
Poco después se fundó en 1924 el Museo de Arte Moderno de mano de la Asociación de Artistas Vascos. Este museo fue pionero en el mundo artístico del momento, teniendo su sede en la Biblioteca Foral de Bizkaia, y dando voz a muchísimos artistas vascos de la época. Estas dos fueron las dos entidades que confeccionaron el Bellas Artes actual. Esto se dio justo después de que se terminara la Guerra Civil Española, cuando el ayuntamiento pensó en fusionar los dos y construir el edificio en el que se encuentra en la actualidad inflables.
El museo ha tenido constantes ampliaciones, ya que la colección no ha hecho más que crecer. A día de hoy tiene más de 14000 objetos artísticos de los cuales solo 600 están expuestos. Este es uno de los motivos por los que se hará una última ampliación de manos de Norman Foster (el mismo arquitecto que hizo el metro de Bilbao), para aumentar el espacio de exposición, y así dar a conocer y divulgar más acerca del arte Vasco. Es por eso que es el museo de arte favorito de gran parte de los bilbaínos (y el del menda) por lo que siempre recomendamos visitarlo y disfrutarlo.